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Historia del Queso
La historia indica que el origen del queso no tiene una fecha exacta, aunque se estima que se encuentra entre el año 8000 a. C. y el 3000 a. C.
Desde esa época el queso se ha almacenado para períodos de escasez y se le considera un buen alimento para viajes por su facilidad de transporte, buena conservación y alto contenido en grasas, proteínas, calcio y fósforo.
Se dice que fue descubierto por un mercader árabe que, mientras realizaba un largo viaje por el desierto, puso leche en un recipiente fabricado a partir del estómago de un cordero. Cuando fue a consumirla vio que estaba coagulada y fermentada producto de las condiciones del recipiente y la temperatura.
En la mitología griega se dice que los dioses bajaron desde el Olimpo para enseñarle a su pueblo el arte de hacer quesos. Por eso en Grecia, el queso, es considerado un regalo de los dioses.
Las pruebas arqueológicas más antiguas de la manufactura del queso se encontraron en murales de tumbas del Antiguo Egipto, datadas sobre el 2300 a. C.
El queso era muy popular en la cultura moderna europea, ya que era prácticamente desconocido en las culturas orientales, no había sido inventado en la América precolombina, y su uso era limitado en África. Pero con la extensión de la cultura europea, poco a poco se dio a conocer y se hizo popular en todo el mundo.
La primera fábrica para la producción industrial del queso se abrió en Suiza en 1815, pero fue en Estados Unidos donde la producción a gran escala empezó a tener realmente éxito a fines del siglo XIX.
La producción industrial del queso se adelantó a la tradicional en la Segunda Guerra Mundial, y las fábricas se convirtieron en la fuente de la mayoría de quesos en América y Europa desde entonces.